Existen muchos lugares que no solo son valiosos por su belleza. Son símbolos arraigados profundamente en el corazón de los habitantes y en la cultura de un pueblo. Uno de ellos es Kastanologgos, en el sudeste de la gran isla griega de Evia, en las laderas del Monte Ochi. Su nombre significa simplemente “bosque de castaños” y su historia es milenaria. El filósofo y botánico griego Teofrasto, en el siglo IV a. C., ya describió los inmensos bosques de castaños espontáneos que cubrían esta zona, desde la ciudad de Caristo hasta cabo Kafireas. Pero su existencia es aún más antigua, así lo demuestran los hallazgos arqueológicos fechados entre el VI y IV milenio a. C. Los antiguos helenos fueron quienes desarrollaron las técnicas de cultivo de esta especie arbórea que luego exportaron a Italia, a la Magna Grecia y que han sido perfeccionadas y transmitidas hasta nuestros días. Es por ello que, al conocer la historia, cobra aún más valor el proyecto de reforestación que hemos puesto en marcha en Kastanologgos junto con las autoridades locales, para devolver vigor a este bosque mágico que ha sido marcado por el tiempo y la explotación excesiva del suelo. Una intervención providencial Sobre el inmenso bosque de castaños se yerguen las rocas del monte Ochi y, más allá, en la ladera que desciende hacia el mar Egeo y hacia el cabo Kafireas, hemos inaugurado el parque eólico Kafireas de 154 MW, equipado con 67 aerogeneradores y construido con soluciones tecnológicas de vanguardia. La construcción de esta estructura también incluyó tres intervenciones de reforestación, incluida la particularmente delicada de Kastanologgos, que comenzó en 2018 y cuya conclusión se prevé para 2023. De hecho, el gran bosque de castaños está sujeto a un deterioro constante. En el corazón de sus 38 hectáreas todavía hay enormes árboles seculares, algunos de ellos tienen entre 250 y 400 años. Pero en las zonas marginales, las plantas sufren porque están expuestas a los vientos y porque el suelo es cada vez más árido: sus copas se enralecen y sus troncos se doblan sobre sí mismos. Como sucede todos los años, los frutos caen al suelo y germinan saliendo de los erizos, pero las plántulas no logran crecer porque se las comen las cabras que pastorean en el bosque. Treinta mil plantas nuevas y una red de riego Según estiman los botánicos, desde 1945 hasta la actualidad, el bosque centenario ha perdido el 40% de su extensión total y, a este ritmo, podría desaparecer en pocos años. La participación de EGP, con una inversión total de 2 millones de euros, pretende frenar esa situación, interviniendo en 24 hectáreas del bosque existente y plantando nuevos ejemplares en las 40 hectáreas circundantes. En total, 64 hectáreas cobrarán nueva vida, más o menos el equivalente a 90 campos de fútbol. En particular, el proyecto implica una cuidadosa selección de la variedad de castaño que será trasplantada, la nativa del lugar, perfectamente adaptada a las condiciones ambientales de Grecia. 30.000 plántulas serán colocadas estratégicamente para restaurar la continuidad de la cobertura forestal. De esta manera, la sombra de las plantas proyectada sobre el suelo será mayor, recreando las condiciones necesarias para la reconstitución del sotobosque y de un ecosistema forestal vigoroso. Además, se construyeron caminos forestales y zonas antiincendios. Mientras que para proteger el área forestal de los rebaños, se han colocado 13.000 metros de vallado. El proyecto también incluye el suministro hídrico para las plantas mediante la construcción de cisternas y una red de riego principal, de 3.000 metros, a la que se une la red secundaria: un desarrollo total de 126.000 metros que llevará el agua a todas las plantas. Una recuperación que también le gustará a los turistas El objetivo de todo esto no es solamente devolver a su antiguo esplendor un bosque de extraordinaria belleza. Los árboles trasplantados, con sus propias raíces, contribuirán a que el terreno, sujeto a deslizamientos, sea más estable y a limitar el derrubio provocado por las lluvias. Para asegurar que todo está marchando sobre ruedas y que se alcance el objetivo, una vez lograda la reforestación también nos ocuparemos del mantenimiento del área durante un período de entre 3 y 5 años. En ese tiempo, controlaremos el bienestar de las plántulas mediante actividades de fertilización, poda y recolección de hojas. No solo se beneficiarán los lugareños, acostumbrados desde siempre a pasear bajo la sombra de los árboles, sino también visitantes y turistas, que podrán volver a disfrutar del ambiente único de un bosque por donde también ha pasado la historia.