Primero fue la generosidad de la naturaleza y más tarde la intervención humana la que jugó un papel decisivo. Esta combinación ha llevado a Chile a convertirse en uno de los países más adelantados en el camino hacia la transición energética. Aquí no faltan recursos energéticos limpios. En el norte del país, el desierto de Atacama cuenta con uno de los niveles de radiación solar más altos del mundo, haciéndolo ideal para la producción de energía fotovoltaica. En el sur, los fuertes vientos favorecen la generación de energía eólica. Además, en muchos lugares de Chile, los cursos de agua ofrecen buenas condiciones para obtener energía hidroeléctrica y también existe un potencial para el desarrollo de la energía geotérmica. Para garantizar que estos recursos naturales puedan transformarse en un bum de producción de energía renovable, ha sido necesario trabajar de forma constante. Por eso, cuando el gobierno de Chile decidió invertir de manera sustanciosa en este tipo de recursos, buscando la creación de un sistema energético 100% sostenible y el cierre de todas las centrales de carbón en 2040, la intervención humana, y en particular la de nuestro grupo, se volvió fundamental. Renovables en todos los ámbitos De hecho, Enel ha sabido aprovechar como ninguna otra empresa la búsqueda por parte del gobierno chileno de compañías dispuestas a invertir en energías renovables. Un desafío que no podía ser desperdiciado por un grupo como el nuestro, que cada día acelera más su trayectoria hacia la generación del futuro. “Ya éramos líderes en renovables en este país, con una cartera sustanciosa que estamos reforzando”, explica James Lee Stancampiano, responsable de Global Power Generation en Argentina y Chile. “Nuestra flota de centrales activas, con 7,2 GW de capacidad instalada, es extensa y diversificada. Estamos construyendo cerca de 1,3 GW y, de aquí a 2023, sumaremos 2,4 GW de proyectos renovables en funcionamiento. Contamos con más de 4.000 personas en Chile que trabajan en la construcción de nuestras centrales, las cuales generan cuatro tipos diferentes de energía: solar, eólica, geotérmica e hidroeléctrica. En ningún otro país en el que estemos presentes está sucediendo algo parecido”. Este notable desarrollo de las energías renovables está acompañado a su vez de un crecimiento de las actividades comerciales. En los últimos tres años hemos firmado más de 300 acuerdos de compraventa de energía (PPAs, por sus siglas en inglés) para la venta de más de 150 TWh de electricidad, de los cuales 75% es energía renovable certificada. Esto muestra que los clientes son cada vez más sensibles a las cuestiones de la sostenibilidad medioambiental. Por este motivo, son nuestros mejores aliados en la transición energética. De hecho, en 2016 implementamos el primer esquema de certificación en Chile, que garantiza a los clientes el suministro de energía obtenida al 100% de fuentes renovables. Los récords establecidos en Chile Chile juega un rol especial en el desarrollo de las renovables porque, como explica Stancampiano, “ha sido siempre un importante laboratorio para nosotros”. “Aquí creamos nuestra primera central solar industrial a gran escala (Diego de Almagro), instalamos el primer panel fotovoltaico bifacial, construimos la primera central geotérmica de América Latina (Cerro Pabellón), realizamos nuestros primeros experimentos en el campo de la energía marina y, por primera vez, suministramos energía limpia a un gran observatorio astronómico (La Silla)”, añade Stancampiano. El país andino sigue siendo a día de hoy un terreno de prueba para la innovación. A las metas descritas, se añade el compromiso con el desarrollo del hidrógeno verde, extraído del agua mediante un proceso de electrólisis alimentado con energía renovable, y la puesta en marcha de una estrategia nacional que pretende instalar unos 25 GW de esta tecnología de aquí a 2030. Además, en la región de Magallanes, en la Patagonia, Enel ha desarrollado durante casi 3 años la primera planta de hidrógeno verde de América Latina que cuenta con una turbina eólica de 3,4 MW y un electrolizador de 1,25 MW. Un proyecto realizado en colaboración con Andes Mining & Energy (AME) y otras empresas internacionales como Siemens, ENAP y Porsche. La central, que entrará en funcionamiento en 2022, aumentará aún más el ritmo de la transición energética y será un modelo que podremos exportar a otros países. La otra gran herramienta, fundamental para la difusión de las fuentes de energía renovable, es el almacenamiento de energía. También en este sector estamos desarrollando una estrategia que en los próximos años sumará aproximadamente 1,2 GW de potencia en baterías. Una transición justa Al mismo tiempo, Enel está contribuyendo con un ritmo particularmente rápido al avance en Chile del otro gran pilar fundamental de la descarbonización: el abandono del carbón como combustible. Hemos cerrado dos de nuestras centrales de carbón: Tarapacá en 2019 y Bocamina I en 2020, tres años antes de lo previsto. La tercera, Bocamina II, se cerrará en 2022, 18 años antes de lo previsto. Con esto, Enel se convertirá en la primera empresa en Chile en dejar el carbón. Este proceso se está llevando a cabo de acuerdo con los principios de la transición justa porque, como enfatiza Stancampiano, “no queremos dejar a nadie atrás”. Comenzando por las personas que trabajaron o trabajan en las centrales que han llegado al final de su ciclo vital, a las cuales se les ha ofrecido (como parte de un acuerdo con las organizaciones sindicales), la posibilidad de recibir formación personalizada para su reubicación en otras áreas de la organización, principalmente en el sector de las renovables. Hasta el momento, más de dos tercios de los interesados han aceptado esta oportunidad, mientras que el resto ha optado por acogerse a una jubilación anticipada con condiciones beneficiosas. Se ha seguido un camino similar para nuestros contratistas, con los que nos hemos reunido periódicamente y ofrecido cursos de actualización sobre los nuevos métodos de producción demandados. De esta manera, estamos contribuyendo al desarrollo tecnológico del país y al crecimiento de las pequeñas y medianas empresas. Creando valor compartido Para nuestro grupo, “no dejar a nadie atrás” significa sobre todo dar la mayor consideración posible a las necesidades de las comunidades locales. Desde un punto de vista económico, Chile es uno de los países más desarrollados de América Latina y fue el primero en Sudamérica en unirse a la OCDE, la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo, en el año 2010. Por otro lado, como en otros países en la región, persisten importantes disparidades sociales y económicas. Un 20% de la población vive por debajo del Índice de Pobreza Multidimensional, una condición que pesa especialmente sobre los grupos indígenas y en las áreas rurales. Por esta razón, Enel gestiona todos sus proyectos - tanto la construcción de centrales renovables, como el desmantelamiento de las centrales termoeléctricas- en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS) y con el modelo de Creación de Valor Compartido (CSV), que combina la producción de valor para la empresa con los intereses específicos de la población local. Desde esta perspectiva, nuestras centrales renovables contribuyen a brindar energía sostenible y confiable a gran parte de la población que no tiene suficiente acceso a ella. Hasta ahora, casi 300 hogares sin acceso a energía se han beneficiado de nuestra electrificación en áreas rurales, de los más de 500 previstos para 2023. Además, el trabajo en las centrales energéticas y las obras en construcción está acompañado por proyectos (254 en total) realizados en asociación con 130 comunidades locales (de las que 45 son pueblos nativos). La mayoría de estos proyectos se focalizan en el desarrollo local y permiten impulsar la economía local tradicional, basada en la agricultura y la pesca, aumentando el valor agregado de sus productos y haciendo que sus procesos sean más eficientes y sostenibles mediante una formación específica. Liderando la transición energética Apoyamos también la eficiencia energética a través de la digitalización de las redes y en las grandes ciudades estamos extendiendo la electrificación de consumo final. Nuestro enfoque, que se basa en la sostenibilidad y en la economía circular, está ayudando a Chile a alcanzar los objetivos medioambientales fijados en el Acuerdo de París. Gracias a esto, Enel Chile ha obtenido importantes reconocimientos y ocupa las primeras posiciones en los rankings de los índices más importantes del sector, como DJSI, MILA y Emerging Markets. En todas nuestras actividades apoyamos la igualdad de género y el diálogo permanente con todas las partes interesadas. Todo ello, para alcanzar juntos un único objetivo común: proteger los ecosistemas chilenos y hacer el mejor uso de los extraordinarios recursos naturales de esta magnífica tierra.