Energía hidroeléctrica, la aliada perfecta del uso integrado del agua

El agua dulce es un recurso precioso e indispensable para la vida humana y para llevar a cabo algunas de nuestras principales actividades. Aunque el 70 % del planeta está cubierto de agua, solo el 2,5 % es agua dulce y gran parte de ella se encuentra en capas de hielo y glaciares: por tanto, la cantidad de agua realmente disponible es mucho menor. Teniendo en cuenta los distintos usos, cada habitante de Italia consume 220 litros de agua al día, cifra muy superior a la media europea (165 litros). La agricultura en Italia absorbe alrededor del 60 % de los recursos hídricos, el sector industrial y energético utiliza el 25 %, mientras que el 15 % restante corresponde a los usos civiles, que incluyen la higiene personal y la alimentación. Además, la disponibilidad futura de agua no es una conclusión previsible: el cambio climático puede provocar escasez o irregularidades en las precipitaciones, sobre todo en ciertas partes del país, lo que provocaría dificultades de abastecimiento. ¿Qué es el uso múltiple? Es muy fácil intuir, por tanto, que un uso cuidadoso y responsable de los recursos hídricos será cada vez más estratégico para un futuro sostenible. El concepto de uso múltiple del agua, un tema cada vez más presente sobre todo en el ámbito hidroeléctrico, va en esta dirección. Michele Verzillo, director de Apoyo a la Gestión Global de Tecnología Hidroeléctrica, explica que «con esta definición nos referimos al uso del mismo recurso hídrico para múltiples fines: potable, riego e industrial. La legislación de referencia es la llamada Ley Ambiental Consolidada, contenida en el Decreto Legislativo nº 152/2006, que determina los principios generales del uso múltiple. El concepto principal es que el primer y más importante uso del agua es el consumo humano: en caso de conflicto, este uso siempre prevalece. Inmediatamente después está el uso para riego. En tercer lugar está el uso industrial, del que forma parte el uso para la generación de energía a través de centrales hidroeléctricas». A nivel de cada distrito, también existen planes de gestión del agua, a cargo de las llamadas Autoridades de Cuenca, que pretenden coordinar las distintas actividades que utilizan el agua teniendo en cuenta estas prioridades y utilizando un sistema de concesiones. Misma agua, más valor, menos contaminación Por tanto, según esta normativa las centrales hidroeléctricas nunca desvían agua del uso humano o de regadío: al contrario, a menudo potencian aún más ese recurso y prestan servicios útiles para la comunidad. A diferencia de otras plantas industriales, las centrales hidroeléctricas no producen impactos significativos en la calidad del agua que utilizan. Esto significa que si se instala una depuradora aguas abajo de una central, la misma agua que ha producido electricidad limpia puede convertirse en un recurso para esa zona, al ser vertida al acueducto. «No solo eso: por sus características, la energía hidroeléctrica encaja fácilmente en el uso múltiple del agua, en sintonía con las necesidades de la agricultura. Tomemos el caso de una central hidroeléctrica situada aguas abajo de un embalse construido para uso de regadío: aquí, la agricultura dicta el calendario porque el agua tomada del embalse se utilizará principalmente para este fin, dejando sin agua al canal hidroeléctrico y a la central», prosigue Verzillo. «La central hidroeléctrica, por tanto, solo funciona cuando el canal está activo, pero en ese caso el agua que normalmente acabaría aguas abajo de la restitución se utiliza primero para producir energía limpia, con una clara ventaja en términos de sostenibilidad». En Enel Green Power, aprovechamos estos periodos de inactividad de las centrales para llevar a cabo tareas de mantenimiento, gestionando con flexibilidad la programación de las actividades en consulta con las autoridades competentes. También trabajamos codo a codo con las autoridades de gestión cuando desde un embalse discurren canales muy largos que atraviesan zonas cultivadas. En estos casos, en función de las necesidades agrícolas, se puede desviar toda o parte del agua al canal de riego, para volver a alimentar la central hidroeléctrica cuando sea posible. «Este aspecto se gestiona mediante un diálogo continuo entre nuestro personal de operación y los consorcios de recuperación. La parte del agua que no se utiliza para la hidroeléctrica genera reembolsos para la parte de la concesión, pero siempre se da prioridad al uso agrícola y –antes– al civil», afirma Verzillo. En algunos casos, la presencia de centrales hidroeléctricas hace un trabajo de limpieza en embalses y cursos de agua. Por ejemplo, el agua de los embalses suele contener residuos que son interceptados por las obras de toma y eliminados. Sequías y fenómenos meteorológicos extremos: las comunidades primero «Actividades como esta forman parte de la vocación de Enel de apoyar a las comunidades en las que opera», subraya Michele Verzillo. «A diferencia de otras actividades industriales, la nuestra se extiende por todo el territorio y siempre intentamos ponernos al servicio de las comunidades. Basta pensar, por ejemplo, en los canales que a veces atraviesan varios municipios antes de llegar a una central hidroeléctrica: en estos casos reducimos al mínimo el tiempo de mantenimiento para devolver el agua a los agricultores cuando la necesitan. Otros casos se refieren a la gestión de catástrofes naturales como sequías e inundaciones. En el primer caso, damos prioridad al uso de todas las reservas, para suministrar agua a los ciudadanos y a la actividad agrícola. En el segundo, en consulta con el departamento de protección civil, intentamos "laminar" la inundación, es decir, almacenar la mayor cantidad de agua posible en los momentos más críticos para reducir el efecto potencialmente catastrófico de la inundación sobre el curso de los ríos». De hecho, las políticas de uso múltiple ya se aplican en la mayoría de las centrales hidroeléctricas de EGP en Italia; sin embargo, incluso en este sector, estamos inmersos en una trayectoria de evolución continua que podría llevar también, en el futuro, al uso de aguas residuales –es decir, las aguas residuales utilizadas en actividades aguas abajo– para alimentar algunas centrales hidroeléctricas, optimizando aún más la gestión de los recursos hídricos.

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Energía hidroeléctrica, la aliada perfecta del uso integrado del agua

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