En el cuento La nuvola di smog (La nube de esmog), de 1958, Italo Calvino describe una ciudad imaginaria envuelta en una gran nube de smog: la contaminación se convierte aquí en metáfora de todo lo malo de la vida. Se trata de un testimonio literario que muestra cómo la contaminación del medioambiente, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha entrado en el imaginario colectivo como uno de los principales problemas de nuestro tiempo. ¿Qué es la contaminación medioambiental? La contaminación medioambiental es la introducción de elementos extraños y potencialmente nocivos en el medioambiente. Sus consecuencias son especialmente importantes cuando dañan los ecosistemas y las sociedades humanas, sobre todo en lo que respecta a la salud. La contaminación no es una prerrogativa humana: los volcanes, por ejemplo, también emiten contaminantes. Lo que sí es cierto es que nuestra especie contribuye masivamente a la contaminación del medioambiente, con un aumento cada vez mayor en los últimos siglos. Tipos de contaminación Existen diferentes tipos de contaminación. Los primeros se estudiaron fueron aquellos en los que los contaminantes son elementos concretos: la contaminación del aire, del agua y del suelo. Más tarde, por analogía, se acuñaron las definiciones de contaminación acústica, lumínica, térmica y electromagnética: en estos casos, no se introducen sustancias materiales en el medioambiente, sino agentes intangibles como las ondas electromagnéticas (incluida la luz) o el sonido. A menudo, los distintos tipos interactúan entre sí: por ejemplo, algunos contaminantes de la atmósfera vuelven a la tierra en forma de lluvia ácida, contaminando suelos y océanos. Contaminación atmosférica La contaminación atmosférica es la polución por excelencia. El fenómeno más visible es el esmog (palabra compuesta por los vocablos ingleses smoke, humo y fog, niebla), formado por gases como los óxidos de nitrógeno y el dióxido de azufre (o anhídrido sulfuroso). Sin embargo, aunque no se vea, la contaminación está ahí y es perjudicial. A largo plazo, los contaminantes más peligrosos son los gases de efecto invernadero (principalmente, el dióxido de carbono), responsables del cambio climático. El aire de nuestras ciudades también está contaminado por otros gases (como el monóxido de carbono) y las partículas atmosféricas (es decir, el polvo fino), clasificadas como PM10 (partículas inferiores a 10 micras) y PM2,5 (inferiores a 2,5 micras). Por último, el aire también suele estar contaminado en el interior de las viviendas, debido al humo de los cigarrillos, los insecticidas en aerosol y, sobre todo, en muchos países, a las cocinas con hornos alimentados por carbón u otros combustibles altamente contaminantes. Contaminación del agua La contaminación del agua afecta ya prácticamente a todos los mares, océanos, lagos y ríos del mundo. En el mar, los casos más llamativos son los vertidos de petróleo debidos a catástrofes marítimas, pero el problema de la contaminación por plásticos –y en particular, microplásticos– es cada vez más urgente. El agua dulce constituye solo el 2,5 % de toda el agua de la Tierra: es el recurso más preciado para la vida humana. Sin embargo, muy a menudo el agua corriente está contaminada por sustancias químicas, en particular las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés). Contaminación del suelo La contaminación, junto con la erosión, es hoy la principal amenaza para el suelo de nuestro planeta, y ha llegado ya a todos los rincones del mundo: se ha encontrado incluso en las zonas más deshabitadas, como la Antártida. Contaminan el suelo tanto objetos macroscópicos, como los residuos abandonados por los humanos, como sustancias presentes en forma de partículas microscópicas y, por tanto, invisibles. Contaminación electromagnética Los campos electromagnéticos suelen ser de origen natural: por ejemplo, el campo magnético terrestre o el campo eléctrico generado por los rayos. Sin embargo, hoy se habla de contaminación electromagnética cuando las causas son humanas: aunque no contaminen el medioambiente con sustancias nocivas, alteran las condiciones naturales del planeta. Es el caso, por ejemplo, de los equipos de radiodifusión y telecomunicaciones (incluidos los teléfonos móviles) que, precisamente, están diseñados para emitir ondas electromagnéticas. Contaminación lumínica Dado que la luz se transmite en forma de ondas electromagnéticas, un caso especial de contaminación electromagnética es la contaminación lumínica. Los sistemas de iluminación artificial suelen emitir una luminosidad excesiva al entorno debido a la ineficiencia de las luminarias, de modo que la luz no se concentra hacia abajo, en las calles o donde es más útil, sino que se dispersa en todas direcciones. Además de privar a los habitantes de las ciudades de la visión de las estrellas, la contaminación lumínica dificulta las observaciones astronómicas y, sobre todo, interfiere en los ciclos vitales de muchos animales. Contaminación acústica Al igual que la contaminación lumínica, la contaminación acústica también está causada por actividades humanas que no emiten sustancias materiales al medioambiente, sino ondas, en este caso ondas sonoras. Afecta, sobre todo, a los habitantes de las ciudades (por ejemplo, en los barrios de ocio nocturno), pero también, en general, a quienes viven en zonas con gran densidad de tránsito vial, ferroviario o aéreo, así como en zonas industriales. Y al igual que la contaminación lumínica, la acústica también provoca molestias más o menos graves a muchas especies animales. Contaminación térmica Por último, hablamos de contaminación térmica cuando las actividades humanas afectan a la temperatura ambiental. El efecto es directo cuando se emite calor: por ejemplo, el agua vertida por muchas industrias a los cursos de agua, no necesariamente contaminada pero sí a alta temperatura. La contaminación térmica es indirecta cuando el aumento del calor es consecuencia de otras actividades: por ejemplo, la deforestación, que reduce el efecto refrigerante de la vegetación, o la construcción con hormigón, ya se habla de «isla de calor urbana» en las ciudades, donde la temperatura es significativamente más alta que en las zonas circundantes. A largo plazo, la consecuencia indirecta más preocupante es el cambio climático provocado por los gases de efecto invernadero. Las principales causas de contaminación Prácticamente, todas las actividades humanas producen algún tipo de contaminación. La actividad económica más antigua, la agricultura, hace hoy un uso extensivo de sustancias como pesticidas y fertilizantes, que figuran entre los principales contaminantes del suelo y el agua. Las industrias, sobre todo las grandes fábricas, son una fuente importante de contaminación atmosférica debido a las emisiones gaseosas, pero también, con sus residuos sólidos y líquidos, contaminan el suelo y el agua. Además, contribuyen en gran medida a la contaminación acústica y térmica. El sector energético ha dependido históricamente de los combustibles fósiles, uno de los principales responsables del cambio climático. Hoy en día, la contribución de las fuentes renovables es cada vez mayor, pero en muchos países, como China, sigue predominando el uso del carbón, el combustible más contaminante. Otra contribución significativa al efecto invernadero procede del transporte que, sin embargo, también emite otros gases contaminantes, como el monóxido de carbono producido por el tráfico de vehículos. Además, el transporte es una de las principales causas de contaminación acústica. Los residuos –industriales, pero también los producidos por las personas– tienen un fuerte impacto en el medioambiente, sobre todo si no se gestionan adecuadamente: a escala local, los vertederos son una fuente importante de contaminación del suelo, mientras que a mayor escala, los residuos (como los plásticos) llegan al mar a través de las vías fluviales. Efectos de la contaminación medioambiental La contaminación del medioambiente tiene efectos nocivos sobre la salud humana. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica es responsable de 7 millones de muertes prematuras al año por enfermedades respiratorias, cardiovasculares y del sistema inmunitario. A estos daños, hay que añadir los del aire interior contaminado. Debido a la contaminación del agua, casi dos mil millones de personas –es decir, una cuarta parte de la población mundial– beben, diariamente, agua contaminada. Además, contaminantes como los residuos de las industrias farmacéutica y cosmética, provocan un aumento de la resistencia bacteriana a los antibióticos al dispersarse en el medioambiente. El cambio climático también implica un aumento de los fenómenos extremos, como ciclones, inundaciones y sequías. A escala planetaria, los efectos más duraderos de la contaminación medioambiental son los que afectan a la biodiversidad, hasta el punto de que se habla de una nueva extinción masiva. Entre las principales causas, junto a la caza y la pesca intensivas, está el cambio climático, pero también contribuyen, en menor medida, todas las demás formas de contaminación, desde la del suelo hasta la de los plásticos en los océanos, pasando por la térmica, la acústica y la lumínica. Escenario global Mientras que en el pasado el esmog se asociaba a las metrópolis más desarrolladas, como Londres, al menos en los últimos 10 años la calidad del aire en las ciudades europeas ha mejorado, como atestiguan los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) –aunque la exposición a las llamadas partículas finas sigue siendo un problema–, mientras que es muy precaria en las ciudades de los países en desarrollo. En Asia, ríos como el Ganges (India), el Citarum (Indonesia), el Buriganga (Bangladesh) y el Huang-Ho o río Amarillo (China), también suelen estar muy contaminados; es difícil elaborar una clasificación con criterios unívocos, pero el Sarno, en Campania, también aparece en muchas de estas clasificaciones. En lo que respecta a la contaminación marina, es famosa la «Gran Mancha de Basura del Pacífico» (Great Pacific Garbage Patch) en el Pacífico Norte, más grande que Australia, pero también pueden encontrarse fenómenos similares en otros océanos: se trata de zonas marinas donde, debido a las corrientes, se acumulan microplásticos en concentraciones anormales (aunque no visibles a simple vista). ¿Cómo reducir la contaminación? Reducir la contaminación es posible; es algo que se está haciendo a nivel intergubernamental, por ejemplo, con las numerosas cumbres sobre el clima, a pesar de la lentitud y las incertidumbres. Luego, son las empresas las que, a menudo, se fijan objetivos que van más allá de los institucionales: en el sector energético, las más avanzadas van hacia un parque de producción de electricidad cada vez más basado en fuentes limpias, que ya son plenamente competitivas gracias a la innovación tecnológica, sobre todo en el campo de la ciencia de los materiales. El Grupo Enel es un actor importante en esto campo, y estamos apuntando aún más alto: nuestro nuevo Plan Estratégico para 2024-2026 asigna 12 100 millones de euros de inversión a las energías renovables, con el objetivo de añadir otros 13,4 GW de capacidad renovable para 2026, con lo que el total ascenderá a 73 GW. Así, esperamos que nuestra cuota de generación con cero emisiones aumente del 74 % de 2023 al 86 % en 2026, y alcance el 100 % para 2040. Las energías renovables se inscriben en el marco más general de la economía circular: un planteamiento que no se limita a la simple práctica de la reutilización y el reciclado, sino que implica prolongar la vida útil de diversos productos y hacerlos circulares desde la fase de diseño. De este modo, se reduce la producción de residuos y la contaminación asociada a la extracción de materias primas. Otra mejora que estamos presenciando es la electrificación en sectores como la calefacción, la cocina y el transporte, lo que disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero y mejora la calidad del aire en las ciudades y los hogares. Además, en comparación con lo que pasaba hace algún tiempo, incluso los vehículos de combustión interna son ahora menos contaminantes, de nuevo gracias a la innovación tecnológica y a la diversificación de los combustibles. A nivel local, las administraciones, sobre todo en los países más desarrollados, adoptan cada vez más medidas, en particular para reducir el tráfico y para una gestión sostenible de los residuos. Los individuos y las comunidades también pueden desempeñar un papel importante en la reducción de la contaminación medioambiental: por ejemplo, favoreciendo los desplazamientos en transporte público (especialmente ferroviario), cuidando la clasificación de residuos, reduciendo el consumo de energía y, por supuesto, evitando dispersar plásticos u otros materiales contaminantes en el medioambiente. La responsabilidad es de todos, la importancia es primordial, la misión es posible: frenar todas las formas de contaminación de origen humano, proteger la salud humana, los ecosistemas naturales y el medioambiente en general.