Sostenibilidad ambiental
El pacto entre el ser humano y el planeta para reducir las emisiones nocivas y acabar con la contaminación.
Solo tenemos un planeta, pero vivimos como si tuviéramos a nuestra disposición casi dos. Por esa razón, el desarrollo sostenible no puede ser únicamente una palabra clave, sino que debe traducirse en compromisos concretos.
A lo largo de los años se han utilizado numerosas definiciones para hablar del concepto de desarrollo sostenible. La expresión más conocida y universalmente reconocida data de 1987:
Lo que podría sonar como una definición compleja, en realidad se puede explicar de una manera muy básica. El desarrollo sostenible supone aprender a vivir dentro de los límites de un solo planeta, de manera justa y digna para todos, sin explotar —hasta el agotamiento— los sistemas naturales de los que extraemos recursos y sin exceder su capacidad de absorber los desechos y residuos generados por nuestras actividades. Todo ello sin poner en peligro las oportunidades de las generaciones presentes o futuras.
Imaginemos la sostenibilidad social, la sostenibilidad económica y la sostenibilidad medioambiental como tres grandes círculos. Si nos acercamos hacia ellos lentamente, llegará un momento en el que se superpongan y formen una pequeña área común a los tres. Esa área es el desarrollo sostenible y el objetivo al que se debe aspirar.
Ignorar este enfoque conlleva dos riesgos importantes. Por un lado, la necesidad de pedirle al planeta que haga un esfuerzo insostenible para acumular cualquier reserva (ya sea de alimentos o de energía) y, por otro, la posibilidad real de que muchas personas no puedan acceder a sus recursos de manera digna. Una manta que se va encogiendo día tras día para una cama que mantiene sus dimensiones.
¿Cuál es la senda que debemos seguir hacia el desarrollo sostenible? La respuesta a esta pregunta se encuentra en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un programa de acción para las personas, el planeta y la prosperidad firmado en septiembre de 2015 por los gobiernos de los 193 Estados miembros de la ONU. En ella se identificaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en un gran programa de acción formado por un total de 169 metas. La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible entraron en vigor el 1 de enero de 2016 y los países se han comprometido a alcanzar todos los objetivos en un plazo de 15 años.
Los ODS representan objetivos comunes sobre las cuestiones más importantes de desarrollo, entre las que se encuentran la lucha contra la pobreza, la erradicación del hambre y la lucha contra el cambio climático. Se trata de objetivos que atañen a todos los países y a todos los individuos, y es que nadie debe quedarse rezagado en la senda hacia el desarrollo sostenible.
El núcleo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se conoce como las «5 P»:
Erradicar el hambre y la pobreza en todas sus formas y garantizar la dignidad y la igualdad
Garantizar una vida próspera y plena en armonía con la naturaleza
Promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas
Aplicación de la agenda mediante colaboraciones sólidas
Proteger los recursos naturales y el clima del planeta para las generaciones futuras
El Grupo Enel se ha comprometido formalmente con cuatro de los ODS: acceso a la energía renovable y asequible (ODS 7), industria, innovación e infraestructura (SDG 9), ciudades y comunidades sostenibles (SDG 11), acciones específicas para la descarbonización para 2050 (ODS 13).
El desarrollo sostenible es una opción sin posibilidad de replanteamiento, compartida y de extrema urgencia:
Los ODS han sido ratificados por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, lo que representa un signo de la fuerte conciencia mundial.
El desarrollo sostenible es la única manera de garantizar el cuidado de la biodiversidad y la supervivencia de las especies en peligro de extinción.
El aumento de la población mundial y la demanda de recursos es irreversible, por lo que solo el desarrollo sostenible puede garantizar el equilibrio adecuado.
Recurrir a la economía circular es fundamental para enfrentarse a la escasez de recursos, el calentamiento global y la gestión de los residuos.
El 29 de julio de 2019 la humanidad agotó el presupuesto de recursos que la Tierra puede regenerar en un año. Más de 5 meses antes de que terminara el año. Ese día se conoce como Día de la deuda ecológica y, desde 1971 hasta ahora, nunca ha sido el 31 de diciembre. De hecho, cada vez cae antes.
Consumir por adelantado todos los recursos que se pueden regenerar en un año supone que todo lo necesario para la supervivencia humana, a partir del Día de la deuda ecológica, se cubre recurriendo a las reservas no renovables de suelo, bosques, madera, ganado, pesca. O acumulando más emisiones dañinas en la atmósfera.
Hoy en día vivimos como si tuviéramos, de media, 1,75 planetas a nuestra disposición. Para garantizar el desarrollo sostenible, deberíamos empezar a posponer 5 días cada año la fecha del Día de la deuda ecológica. Si lo conseguimos, antes del año 2050 solo consumiremos los recursos de la Tierra de forma sostenible. ¿Y cómo podemos hacerlo? Simplemente reduciendo a la mitad las emisiones de CO2 provenientes de los combustibles convencionales, la fecha que marca el final de los recursos se adelantaría 93 días.