La energía hidroeléctrica, nacida en el siglo XIX, es la más antigua de las fuentes de energía renovables y sigue siendo, con diferencia, la más importante cuantitativamente: como indica la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés), su capacidad instalada equivale a la de todas las demás sumadas. Es una fuente que contribuye de forma importante a la lucha contra el cambio climático, porque evita el uso de combustibles fósiles y reduce las emisiones de dióxido de carbono, gases que alteran el clima y partículas, contrarrestando así la contaminación y el efecto invernadero. Como ocurre con otras fuentes verdes, las ventajas tienden a aumentar con el tiempo a medida que mejoran el rendimiento y la eficiencia y, al mismo tiempo, se reciclan los materiales, se optimizan los costes y se reduce el impacto sobre el medioambiente. Sin embargo, algunas características diferencian a la energía del agua de otras renovables: he aquí 10 ventajas que explican por qué la energía hidroeléctrica desempeña un papel fundamental en el equilibrio energético mundial. 1. Es limpia y sostenible La energía hidroeléctrica es una fuente limpia, porque genera electricidad sin emitir gases de efecto invernadero ni otros contaminantes: contribuye a disminuir el consumo de combustibles fósiles, reducir la contaminación atmosférica y mitigar el cambio climático. Y es una energía renovable –ilimitada en el tiempo– porque son sus fuentes las que se renuevan, es decir, los ríos y arroyos alimentados por el ciclo natural del agua. Además, una central hidroeléctrica no toma agua del medioambiente, porque el agua extraída se devuelve totalmente con el tiempo: su huella hídrica es, por tanto, también baja. También es un recurso disponible en muchos países que, de esta manera, pueden producir energía de forma más autosuficiente y sostenible, reduciendo la importación de materias primas. 2. Es un recurso muy flexible Ante una disponibilidad de agua que puede variar con el tiempo, las centrales eléctricas son extremadamente flexibles. Los sistemas de producción solo necesitan una cantidad muy pequeña de energía para ponerse en marcha, hasta el punto de que, en cuestión de minutos, incluso una gran central puede pasar de estar parada a funcionar a plena potencia, y viceversa. Esta capacidad de reacción depende del tipo de turbina utilizada y de la gestión de los flujos de agua. 3. Estabiliza la red eléctrica evitando la intermitencia Una central hidroeléctrica de bombeo actúa como almacén de energía: el exceso de electricidad producido por las centrales eólicas o solares, cuando las condiciones meteorológicas son favorables, puede utilizarse para bombear agua al embalse superior. Más tarde, cuando no hay sol ni viento, el agua puede dejarse caer para generar electricidad mediante turbinas. De este modo, la central hidroeléctrica tiene un efecto estabilizador en la red eléctrica. 4. Reduce el riesgo de inundaciones Una central hidroeléctrica no solo genera electricidad, sino que interactúa con el territorio en el que se encuentra, contribuyendo a su desarrollo. En primer lugar, tiene un beneficio neto para el medioambiente: la cantidad de agua que se libera (tras generar electricidad) puede controlarse a lo largo del tiempo y con gran precisión, tanto en términos de caudal como de volumen total. Esto significa que el caudal puede regularse continuamente, lo que reduce en gran medida el riesgo de inundaciones en caso de fuertes lluvias, lo que también beneficia a los cultivos de las zonas de regadío situadas aguas abajo. 5. Recuperación de zonas pantanosas Las centrales hidroeléctricas ayudan a mejorar la salud de los cursos de agua: por un lado, la regularización de los caudales puede contribuir a la recuperación de zonas pantanosas, reduciendo la acumulación de aguas estancadas; por otro, la infraestructura de la central retiene ramas, árboles y otros objetos sólidos, facilitando la navegabilidad de los ríos aguas abajo. 6. Potenciar las zonas turísticas y los deportes náuticos En las inmediaciones de un embalse, también por necesidades operativas, se crean senderos que pueden habilitarse para uso turístico; cuando es posible, algunas presas también se habilitan para carriles bici, para cicloturismo: una forma de potenciar zonas que suelen ser muy bellas desde el punto de vista paisajístico. Además, un río más limpio gracias a una central hidroeléctrica, también es un recurso para la pesca y los deportes acuáticos como el rafting o el piragüismo. La pesca es también una actividad económica importante para muchas comunidades, y en este sentido la presencia de un embalse puede ser un recurso significativo. 7. Proteger la biodiversidad La presencia de grandes masas de agua en los embalses favorece el crecimiento de la vegetación que, a su vez, atrae a los animales: así, las centrales hidroeléctricas se convierten generalmente en espacios de preservación de la biodiversidad. Para ello, a menudo se construyen canales y rampas de paso junto a presas y azudes, que permiten a los peces descender o ascender libremente por los cursos de agua. 8. El agua aporta una enorme energía El potencial energético de la energía hidroeléctrica es enorme. De hecho, las gigantescas masas de agua a gran altitud están dotadas de una cantidad considerable de energía potencial gravitatoria, y aprovechar aunque solo sea una parte de ella significa disponer de energía en abundancia. Baste decir que todas las centrales de producción de energía más grandes del mundo son hidroeléctricas, y que puede bastar una sola central para satisfacer por completo las necesidades energéticas de millones de personas. 9. Es la fuente más barata Aunque la inversión inicial para crear una central es exigente y costosa, en conjunto, la energía hidroeléctrica es la menos cara a medio y largo plazo. Al crear las presas, construir las centrales e instalar las turbinas, el mantenimiento necesario es mínimo en comparación con la inversión inicial. Y con la digitalización cada vez mayor de las centrales, hay una mayor eficiencia y otros beneficios, como la reducción de residuos. 10. Está en el centro de la innovación continua Las nuevas tecnologías proporcionan maquinaria cada vez más eficiente para la energía hidroeléctrica. Así, la modernización de las centrales aumenta la capacidad instalada y, por tanto, la producción de electricidad: es la práctica de la repotenciación, gracias a la cual se reducen aún más las emisiones de gases de efecto invernadero del sector energético. La tecnología también desempeña un papel protagonista en el mantenimiento de las centrales eléctricas, y garantiza la máxima seguridad. Y es sobre todo la digitalización la que abre los escenarios más avanzados: la supervisión continua se basa en sensores inalámbricos, análisis estadísticos y mantenimiento predictivo, mientras que las inspecciones son cada vez más eficientes con el uso de robots, drones y sistemas por satélite (como GPS) para detectar hasta las anomalías más pequeñas, lo que permite realizar intervenciones preventivas de forma segura y eficiente.