La Tierra tiene 4.500 millones de años. La vida en nuestro planeta surgió hace 3.800 millones de años. Es el clima, que difiere de una región a otra, el que ha estimulado la aparición de seres vivos de todo tipo, capaces de adaptarse a cualquier hábitat en ese gigantesco experimento llamado evolución. ¿Por qué existen climas diferentes en los polos o en el ecuador, en el Mediterráneo o en los Alpes? Debido a una combinación perfecta: la ubicación adecuada del Sol y el efecto invernadero. Nuestra estrella envía constantemente una increíble cantidad de energía a la Tierra, que se retiene precisamente gracias a la atmósfera. Además, hay otras variables. Al ecuador llega mucha más energía solar (energía térmica) que a los polos; en las latitudes intermedias, la cantidad de energía solar varía según los meses del año. La presencia de llanuras o montañas heladas, de mares poco profundos o de vastos y profundos océanos son otras variables que permiten que el clima sea un fenómeno dinámico y lleno de sorpresas. El clima no es la meteorología Los científicos que estudian todo esto se llaman climatólogos, que no hay que confundir con los meteorólogos, que estudian el tiempo en la actualidad. Conociendo ya muy bien los mecanismos de la física de la atmósfera, es posible anunciar por la mañana lo que ocurrirá por la tarde, lo que ocurrirá mañana e incluso pasado mañana. Explicándolo de forma científica, la meteorología describe las características de la atmósfera en el marco temporal de unas horas o un par de días, prediciendo lluvia, viento, nieve, cielos despejados, niveles de humedad... Por el contrario, el clima, es lo que espero encontrar conociendo el tiempo habitual en ese lugar y estación del año, es decir, el conjunto de características típicas de la meteorología. Para definir el clima de una determinada región, debo haber observado el tiempo, es decir, haber recopilado datos relacionados con la temperatura, la humedad, las precipitaciones, la presión y otros factores, durante al menos 30 años seguidos. ¿Evolucionar o adaptarse? Como todos los seres vivos de la historia de la Tierra, los homos sapiens también nos hemos acostumbrado al clima que hemos encontrado desde hace 12-13 mil años (con el nacimiento de la agricultura). En definitiva, un clima estable, zona por zona, que nos ha permitido organizar la vida del campo y de las ciudades y llegar a la modernidad que conocemos hoy. Cuando cambia el clima (¡el clima, no el tiempo!) el equilibrio de un hábitat se tambalea. Podemos adaptarnos mediante un nuevo proceso evolutivo (pero la evolución es muy lenta y requiere miles de años) o podemos emigrar hacia hábitats más agradables, pero no todos pueden hacerlo. Tras estudiar el clima del pasado más reciente (los últimos 10-12 mil años) y el clima del pasado más lejano (el último millón de años), tenemos evidencias de que el cambio climático actual no es un fenómeno natural y está claramente relacionado con las enormes cantidades de nuevos gases de efecto invernadero que empezamos a liberar a la atmósfera hace 300 años, alterando sus equilibrios de forma tan intensa y rápida que los mecanismos meteorológicos y climáticos a los que estábamos acostumbrados se alteraron. Estamos viviendo una crisis climática. La buena noticia es que sabemos cómo afrontarla y poner solución al problema, siempre y cuando no perdamos más tiempo hablando y discutiendo.