La transición energética y el cambio climático nos llevan a apostar fuertemente por las energías renovables, pero para ello es necesario construir plantas y, por tanto, ocupar el suelo. Cabe preguntarse entonces: ¿realmente se requiere tanto espacio para obtener toda la energía que necesitamos de la tierra, del sol, del viento y de otras fuentes renovables? Por suerte, la respuesta es no: es relativamente poco el espacio que se necesita. El suelo que se necesitaría ocupar para tener suficiente energía verde para todos es solo una pequeña parte. Basta pensar que, de promedio, en los países europeos, alrededor del 5 % del territorio está cubierto por hormigón o asfalto. Pues bien, si decidiéramos recolectar energía a través de paneles fotovoltaicos, bastaría con el 0,8 % del territorio, es decir, menos de una quinta parte de lo que ya ocupan carreteras, plazas, edificios, etc. Además, existen varias estrategias con las que todavía se puede reducir mucho la cantidad de suelo necesaria. Veamos cuáles son. Diferentes soluciones para ahorrar suelo Las estrategias para producir energía renovable consumiendo menos suelo son numerosas. En primer lugar, gracias a las innovaciones tecnológicas, tenemos cada vez más eficiencia energética, por eso es posible ocupar menos suelo y obtener los mismos resultados. Así lo afirma la Agencia Internacional de la Energía: la eficiencia, junto con las energías renovables, es uno de los dos pilares fundamentales de la descarbonización. En 2022, la economía mundial utilizó la energía con un 2 % más de eficiencia con respecto a 2021, frente al 0,5 % de los dos años anteriores. En resumen, en solo tres años, hemos mejorado el rendimiento cuatro veces. Y, mientras tanto, la durabilidad y el rendimiento energético de las energías renovables también mejoran. Por ejemplo, los módulos fotovoltaicos HJT (de heterounión, para los expertos) producidos en Italia duran hasta 30 años y tienen el récord mundial de eficiencia. Básicamente, convierten en electricidad una cuarta parte de lo que reciben del sol: el 24,6 %. Además, utilizar los techos de los edificios –hogares, escuelas, fábricas, hospitales, invernaderos, etc.– y de los aparcamientos para instalar paneles solares o pequeñas instalaciones eólicas, ayudaría a ocupar aún menos terreno. Lo mismo se puede hacer con las plantas solares flotantes, colocadas en las cuencas hidrográficas que alimentan las centrales hidroeléctricas. Estas «balsas» fotovoltaicas tienen una ventaja adicional, ya que permiten bajar la temperatura de los paneles –alargando su vida útil– y reducir la evaporación del agua. Los paneles solares, incluso, pueden mejorar la productividad del terreno, manteniendo la tierra a la sombra o produciendo la energía que se necesita para regar. Es lo que se conoce como agrivoltaica, que combina agricultura –o ganadería, o ambas cosas– y paneles fotovoltaicos en un mismo lugar. Un estudio realizado en Italia por la asociación industrial Elettricità Futura, muestra que solo se necesitará el 0,6 % de la superficie agrícola italiana para alcanzar los 85 GW adicionales de energías renovables previstos por el plan europeo RepowerEU para 2030. Y, gracias a la agrivoltaica, que utiliza hábilmente especies agrícolas que crecen bien bajo los paneles, el impacto será aún menor. Lo mismo se aplica a la energía eólica: en un terreno donde se instalan aerogeneradores, la mayor parte del suelo queda disponible para la cría y el cultivo. A fin de cuentas, las turbinas ocupan solo el 2 % del área total de la planta eólica, por lo que el 98 % restante del suelo es perfectamente utilizable.