Desde hace años, nos hemos acostumbrado a ver paneles fotovoltaicos instalados en los tejados de casas, edificios, en techos de cocheras o incluso en el suelo, para producir electricidad limpia a partir de la luz solar. El uso de paneles fotovoltaicos, especialmente en tiempos de crisis energética, nos permite reducir las emisiones de CO2 y depender menos de los combustibles fósiles, al tiempo que se reducen los costes. Cada uno de nosotros, instalando estos módulos, puede de hecho convertirse en un productor activo de energía y echar una mano para alcanzar objetivos cada vez más ambiciosos. Pero, ¿cuánta gente sabe realmente cómo funciona esta tecnología? Cómo son los paneles fotovoltaicos Un panel fotovoltaico se compone de unidades llamadas células, generalmente de un material semiconductor como el silicio al que se añaden átomos de otros elementos como boro y fósforo. Las células se colocan unas junto a otras en una superficie plana y se conectan entre sí. Para proteger este sistema, se monta una cubierta de vidrio especial tratado de tal manera que garantiza obtener el máximo rendimiento energético. Los paneles aprovechan la radiación solar y no el calor del aire, por lo que no es necesario un clima especialmente cálido; de hecho, la eficiencia llega al máximo cuando la temperatura de las células se mantiene por debajo de los 25 °C. Normalmente, un panel solar tiene una vida bastante larga, de unos 25 a 30 años. La conversión de los rayos del sol en energía eléctrica tiene lugar en el interior de las células fotovoltaicas: los fotones de la luz solar que inciden sobre el silicio –al que se han añadido los demás elementos– provocan la liberación de electrones, produciendo así una corriente eléctrica continua. Como en los hogares se utiliza corriente alterna, es necesario instalar un dispositivo llamado inversor, que convierte la corriente continua en corriente alterna. En busca de la mayor eficiencia Hoy en día, los paneles fotovoltaicos se fabrican mucho más ligeros que los modelos de hace una década, lo que reduce su peso sobre tejados o en el suelo. La masa de los paneles ha bajado a 11 kg por metro cuadrado, y estos paneles adelgazados son también más fáciles de transportar e instalar. Junto con el peso, también se reduce el impacto medioambiental. Por ejemplo, 3Sun Gigafactory, una auténtica "fábrica de sol" creada en Sicilia en 2010, produce millones de paneles fotovoltaicos cada año y también desarrolla técnicas y tecnologías para la reutilización y el reciclaje de los materiales con los que se fabrican. El cambio climático supone una amenaza insidiosa también para los paneles solares, porque pone en riesgo su eficiencia debido al sobrecalentamiento. Por este motivo, se han investigado y desarrollado dispositivos especiales que distribuyen el calor acumulado de forma más eficiente, lo que se traduce en un menor sobrecalentamiento y, por tanto, en una menor pérdida de energía. Para maximizar la eficiencia, también son importantes el grado de inclinación y la orientación de los paneles, que deben ajustarse para que los rayos del sol estén perpendiculares a los módulos el mayor tiempo posible durante el día y a lo largo de todo el año. No todos los paneles producen la misma energía A la hora de decidir qué paneles fotovoltaicos instalar, conviene prestar atención a algunos detalles importantes. En primer lugar, hay que elegir la ubicación adecuada para captar la máxima cantidad de luz solar. Esto no es tan fácil: la sombra de otros edificios y de las plantas circundantes también puede marcar la diferencia, ya que afecta a la eficiencia del sistema. Como solución de alta tecnología, también es posible instalar dispositivos (se llaman seguidores) que modifican la orientación de los paneles, «siguiendo al sol» durante todas las horas del día, un poco como hacen los girasoles. En este caso, el sistema es más caro, pero también genera más energía. Por último, hay una cuestión geográfica. Las zonas más irradiadas por el sol permiten una mayor producción de electricidad, y además, según la latitud, cambia el ángulo de incidencia de los rayos solares. Así pues, no todas las zonas del planeta pueden producir la misma cantidad de energía a partir del sol: basta con desplazarse 500 o 1000 kilómetros hacia el ecuador para producir de media hasta un 50 % más de energía, y viceversa. Pero eso no es todo porque, al mismo tiempo, la eficiencia de un sistema fotovoltaico también se ve afectada por las condiciones meteorológicas: la niebla, la nubosidad y la bruma, por ejemplo, reducen la cantidad de luz que llega a los paneles.