La electrificación a partir de fuentes renovables es la mejor solución para la transición energética hacia la descarbonización, es decir, la reducción de los gases de efecto invernadero provocados, principalmente, por el uso de combustibles fósiles, causantes de la crisis climática. Pero tenemos un aliado importante: el hidrógeno verde, indispensable para reducir las emisiones nocivas en algunos sectores concretos. Veamos de qué se trata. Por qué el hidrógeno y para qué se utiliza El uso de electricidad procedente de fuentes renovables –solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica– es esencial para contrarrestar el cambio climático: por ejemplo, sustituyendo los coches a gasolina, gasóleo o GLP por vehículos eléctricos, los sistemas de calefacción a gas de los edificios por bombas de calor de alta eficiencia, las máquinas de cocina tradicionales por placas de inducción, etc. Sin embargo, hay sectores en los que se consumen grandes cantidades de energía en poco tiempo y que, al menos por el momento, son difíciles de abastecer con acumuladores eléctricos. Por ejemplo, las grandes industrias, o el transporte marítimo o aéreo de larga distancia. Se necesitan estrategias totalmente nuevas para reducir las emisiones en estos sectores. Una solución es el hidrógeno, el elemento más liviano y abundante del universo (que también es el combustible en las fusiones nucleares de las estrellas). ¿Son iguales todos los métodos de producción de hidrógeno? El hidrógeno tiene una gran ventaja sobre otros combustibles porque cuando arde no emite dióxido de carbono, solamente agua pura. En la Tierra está presente en abundancia, pero nunca solo: está en el agua junto con el oxígeno, en el metano junto con el carbono, e incluso en el carbón. Pero para producir hidrógeno utilizable es necesario –por supuesto– separarlo de los demás elementos a los que está unido. El color que se da al hidrógeno es una forma de identificar y diferenciar su método de producción: todos devuelven la misma molécula con las mismas propiedades, pero tienen impactos diferentes sobre el medioambiente. El llamado hidrógeno marrón, por ejemplo, se produce gasificando carbón y por cada kilogramo de hidrógeno extraído se emiten más de 20 kilogramos de dióxido de carbono. Y el hidrógeno gris, que se obtiene del metano, libera a la atmósfera 9 kilogramos de dióxido de carbono por cada kilogramo de hidrógeno producido. Sin embargo, existe un método que no tiene ningún coste para el medioambiente y que se basa en el proceso de electrólisis, mediante el cual se separa el hidrógeno del oxígeno del agua: este es el hidrógeno verde. Como su color indica, su producción no genera emisiones de dióxido de carbono. ¿Ya se produce hidrógeno verde? En la actualidad, existe una enorme producción de hidrógeno en la Tierra que asciende a 75 millones de toneladas al año, porque se utiliza como materia prima en diversas actividades, incluidos los procesos de refinado. Pero en la mayoría de los casos se trata de hidrógeno marrón o gris, con impactos sobre el medioambiente que equivalen a las emisiones del Reino Unido e Indonesia juntas. Producir hidrógeno verde ya es posible en la actualidad, pero con unos costes económicos muy elevados, ya que los electrolizadores aún no se fabrican a gran escala. Sin embargo, lo que ya ha sucedido en otros sectores renovables también puede ocurrir con esta tecnología. Por ejemplo, el coste de los paneles fotovoltaicos se redujo 9 veces en 10 años, y las previsiones nos dicen que algo similar está a punto de ocurrir con el hidrógeno verde.