Hoy en día hablamos de los fósiles y, en concreto, de los combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón, que durante mucho tiempo han impulsado nuestra sociedad alimentando industrias y medios de transporte, calefaccionando nuestros hogares y que, aún hoy, continúan generando la mayor parte de la electricidad producida en todo el mundo. Sin embargo, los combustibles fósiles pronto podrían ser sustituidos definitivamente por nuevas fuentes de energía y convertirse... en este caso, ¡sí, en fósiles! La era de las energías renovables Estamos en plena era de las energías limpias y renovables. Sol, viento, agua: son las nuevas estrellas de rock que sustituirán a los vetustos combustibles fósiles. Un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima que las inversiones en tecnologías energéticas limpias alcanzarán, en 2023, la asombrosa cifra de 1,8 billones de dólares en todo el mundo. Concretamente, esto significa que las inversiones en el sector energético se están desplazando cada vez más de los combustibles fósiles hacia las fuentes renovables: ¡prueba de que estamos en plena transición energética! ¿Y la energía solar? Está alcanzando niveles sin precedentes, con una inversión récord de más de 1 billón de dólares. Todo esto significa que estamos asistiendo a un cambio de época. Las energías renovables ya no son solo una idea atractiva; al contrario, ahora son una fuente de energía eficiente, segura y, sobre todo, limpia, una alternativa viable al uso de combustibles fósiles. Y es la única vía para intentar limitar los efectos del calentamiento global. A toda máquina con la energía eólica y la energía solar Así lo confirma otro informe elaborado por Ember, grupo de reflexión independiente sobre la energía, cuyos expertos no tienen dudas: 2023 es el año en que comienza la pendiente descendente de la curva de los combustibles fósiles, y las energías eólica y la solar lideran el ascenso de la curva de las renovables. De hecho, los datos del análisis muestran un crecimiento récord de las energías eólica y solar que, en 2022, representaron el 12 % de la producción mundial de energía. La fotovoltaica fue la tecnología de mayor crecimiento, con un aumento del 24 % con respecto al año anterior. ¿Todo resuelto, entonces? No, aún queda mucho por hacer. Tenemos que construir nuevas infraestructuras, encontrar tecnologías cada vez más eficientes para conservar la energía y asegurarnos de que todo el mundo tenga acceso a estas formas de energía limpias y asequibles. Y para ello necesitamos el compromiso de todos: desde la industria hasta el mundo de la investigación; desde la política hasta las acciones cotidianas que cada persona lleva a cabo. Estamos en el buen camino para decir adiós a los combustibles fósiles y abrazar a las energías limpias. ¡Y cada uno de nosotros tiene un papel clave que desempeñar en este viaje hacia la transición energética!