El Niño, La Niña y ENSO: impactos y retos para el clima global

¿Qué son El Niño y La Niña? El Niño es un calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico cerca de la costa de Sudamérica, que suele ocurrir cada 2-7 años. Los pescadores sudamericanos –que lo observan al menos desde el siglo XVII– lo llaman así porque suele alcanzar su punto álgido en torno a la Navidad, cuando los cristianos celebran el nacimiento del Niño Jesús. Este calentamiento dura unos meses (normalmente entre 9 y 12 meses, pero a veces años) y se alterna con La Niña, una fase de enfriamiento. Juntos, estos fenómenos también pueden producir cambios en la presión atmosférica. El último El Niño alcanzó su punto máximo en diciembre de 2023, según la Organización Meteorológica Mundial. Los efectos del ENSO en la Tierra Científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) han descubierto que, entre 1997 y 1998, El Niño ralentizó la rotación de la Tierra, aumentando la duración del día en casi un milisegundo. De hecho, este fenómeno desplaza enormes cantidades de agua en el océano, alterando la rotación del planeta. La Niña también afecta a la rotación, pero la acelera. Estos cambios, aunque pequeños, muestran el poder de tales fenómenos meteorológicos. Causas y efectos sobre el clima, la población y la energía En el océano Pacífico, las turbulencias o perturbaciones anormales pueden alterar los vientos y las corrientes, calentando el agua de la superficie. Cuando este calentamiento es más pronunciado afecta, a su vez, a la presión atmosférica y a los vientos, y El Niño puede surgir de este mecanismo que se autoperpetúa. Sus consecuencias afectan sobre todo a la vida marina en el Pacífico –con cambios en la disponibilidad de alimentos para determinadas especies–, pero incluyen sequías y lluvias torrenciales en otras zonas del mundo, con importantes repercusiones en América del Sur y del Norte, Asia Oriental y, en menor medida, Europa y África. Como hemos dicho, La Niña tiene el efecto contrario a El Niño: los vientos alisios son más fuertes de lo habitual y empujan más agua cálida en dirección a Asia, mientras que empujan agua fría hacia la costa oeste de América del Sur y del Norte. Esto tiende a causar sequías en el sur de EE. UU. y fuertes lluvias e inundaciones en el noroeste del Pacífico y Canadá. Durante un año de La Niña, las temperaturas invernales son más cálidas de lo normal en el sur y más frías de lo normal en el norte, y puede haber una temporada más fuerte de huracanes. Las repercusiones económicas y sociales son considerables: las alteraciones de los hábitats marinos amenazan la pesca, mientras que la agricultura sufre por la sequía y las precipitaciones anormales. La falta de lluvia y, por tanto, de agua, también afecta a la generación de energía hidroeléctrica, esencial en muchos países latinoamericanos. El Niño también puede provocar incendios en los bosques tropicales y el blanqueamiento de los arrecifes de coral. Efectos sobre el cambio climático El ENSO tiene causas naturales, pero el calentamiento global podría amplificar sus efectos. Aunque no hay pruebas concluyentes de que el calentamiento global influya en su frecuencia, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) indica que los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con ENSO podrían intensificarse. Por tanto, es esencial contrarrestar las causas del cambio climático y adaptarse a las nuevas condiciones. Empezando por la generación y distribución de energía. Fuentes renovables y redes resistentes Para reducir las emisiones de efecto invernadero (empezando por el dióxido de carbono, CO2), las renovables son cruciales. La energía hidroeléctrica ha sido históricamente importante, pero el crecimiento a lo largo de los años de la eólica y la solar ha contribuido a un aumento de la capacidad mundial instalada renovable, que ha pasado del 25,69 % del total en 2010, al 30,84 % en 2015, para llegar al 41,98 % en 2022. Pero además de aumentar el uso de fuentes de energía renovables, como prevén los distintos acuerdos internacionales sobre el clima, también hay que actuar sobre las redes eléctricas, que son esenciales para la transición energética: deben mejorarse y modernizarse para resistir fenómenos meteorológicos extremos. Infraestructuras más resilientes y redes digitalizadas también permiten un mantenimiento predictivo, lo que mejora la fiabilidad del suministro energético. El Niño, La Niña y ENSO son poderosos fenómenos naturales que influyen en el clima mundial con importantes repercusiones en la economía, las comunidades y los ecosistemas. Comprender estos fenómenos y promover fuentes de energía renovables y redes resilientes es crucial para afrontar los retos del cambio climático.

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