Beneficios económicos y sociales de la transición energética

La idea de que la sostenibilidad representa un coste es un prejuicio que sigue enraizado en nuestra sociedad. En realidad, lo cierto es lo contrario: el desarrollo de las tecnologías renovables, la inversión en proyectos sostenibles y la adopción de modelos de economía circular representan una oportunidad extraordinaria para la economía, a través de la creación de nuevas figuras profesionales y el desarrollo de modelos de negocio originales, a los cuales se añaden beneficios concretos para toda la sociedad. Los beneficios de la economía circular En general, una actividad económica se considera sostenible si está dirigida a reducir el impacto ambiental, limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, conseguir la circularidad de los procesos y reducir el abuso de los recursos. Seguramente esta transformación tiene una importante contrapartida desde el punto de vista económico y social. Baste pensar en cuántos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU representan una palanca para el crecimiento de las comunidades interesadas. Concretamente, el objetivo número 12, se refiere a “modalidades de consumo y producción sostenibles”, entre los cuales en los últimos años se ha impuesto el paradigma de la economía circular. Si la economía linear está basada en el esquema “producción-consumo-eliminación”, el paradigma circular funciona de forma similar a los ciclos de la naturaleza: los productos son diseñados según sistemas modulares para durar más, desmontarse fácilmente y ser regenerados; la producción de residuos se minimiza y se aprovechan para ser convertidos en recursos que puedan a su vez producir otros bienes, así que su ciclo de vida se prolonga indefinidamente; al final, la propiedad exclusiva de los productos queda sustituida por su aprovechamiento como servicios o su uso compartido. Un paradigma que, si se aplica a la transición energética, favorece el aprovechamiento de las fuentes renovables respecto a las fósiles, acelera procesos como la digitalización y la electrificación para que el consumo sea más eficiente y desarrolla servicios innovadores como la movilidad eléctrica para limitar el impacto ambiental. Básicamente, derrochar menos alimentos, energía y materias primas, significa asegurar más recursos a quienes hoy no tienen bastante, reduciendo los desequilibrios, tanto a nivel internacional como dentro de un mismo país y por consiguiente se consigue redistribuir mejor la riqueza. En este sentido, la sostenibilidad representa tanto una herramienta de equidad social como de reequilibrio entre partes del mundo con diferentes niveles de desarrollo. Además, la sostenibilidad es el camino para mejorar la salud y el bienestar de las personas, por asegurar a todos el acceso a la energía y mejorar la calidad del aire y de la vida en nuestras ciudades. La creación de empleo: los empleos verdes Si por un lado se comprende fácilmente lo que se entiende por empleo verde, por el otro falta todavía una definición formal de este tipo de profesiones. La descripción a la que nos referimos más frecuentemente es la de Naciones Unidas que, a través de su agencia dedicada a la protección del medio ambiente (PNUMA, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), definió los empleos verdes como los trabajos que contribuyen de forma eficaz a preservar o restaurar la calidad del medio ambiente. Una definición amplia, que puede aplicarse a diferentes sectores, de la manufactura a los servicios, del I+D a la agricultura. Resumiendo, los empleos verdes ya están presentes en muchos ámbitos en los que no imaginábamos que existían. De acuerdo con el informe del 2020 de IRENA (International Renewable Energy Agency – Agencia Internacional de las Energías Renovables) en el mundo hay 11,5 millones de trabajadores verdes aproximadamente, medio millón más que en 2018. Básicamente, esos empleos están concentrados en China, Estados Unidos y Unión Europea, especialmente en el sector de las energías renovables: la gran parte de los trabajadores se dedica a la energía fotovoltaica (el 33% del total, o sea más de 3 millones de empleados), sobre todo en Asia, donde se encuentran casi las dos terceras partes de todos los trabajadores verdes. De acuerdo con el Global Renewables Outlook 2020, también de IRENA, solo el sector de las energías renovables creará 42 millones de empleos antes de 2050, cuatro veces más que los actuales. En general, la energía es el sector donde resalta más la creación de nuevas figuras profesionales. Baste pensar en los científicos de datos y los informáticos empleados en la digitalización de las plantas de generación, como los expertos de mantenimiento predictivo a través del aprendizaje automático, o los ingenieros especializados en eficiencia energética. Además, forman parte de los nuevos trabajadores verdes también los que se dedican a la investigación de nuevos materiales ecosostenibles para la construcción. Efectivamente, un empleo verde une a las competencias técnicas también una nueva sensibilidad para los temas de la protección del medio ambiente, la eficiencia energética y la circularidad. Resumiendo, la sostenibilidad crea beneficios desde muchos puntos de vista y no solamente para el medio ambiente. En este sentido, en los últimos años, la capacidad de crear valor a largo plazo y reducir el riesgo se ha convertido en un requisito muy importante también para la inversión financiera. Alrededor de los ODS de la ONU están naciendo nuevos instrumentos para las finanzas sostenibles. Esto confirma que la sostenibilidad no solamente no representa un gasto, sino que es incluso conveniente para los negocios. Y precisamente gracias a esto quizás pueda solucionar el problema del cambio climático.

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La sostenibilidad crea valor para la economía y la sociedad

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